Cuento

La oscuridad era tan densa que ahogaba, y una extraña sensación de vacío asfixiaba el lugar. La bolsa negra se abrió, dejando al descubierto un rostro bañado en sangre que, desesperado, tomaba bocanadas de aire. Al apoyar una mano, sintió algo gelatinoso y de un olor nauseabundo. Poco a poco, sus ojos se adaptaron a la penumbra, logrando distinguir la espantosa realidad: estaba rodeado de cadáveres. Intentó escapar, pero la bolsa cedió bajo su peso. Lo siguiente fue el sonido brutal de su cuello al romperse contra la roca sobre la que cayó.



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